Thursday, February 5, 2009

Asistir a Misa

¿Asistir a Misa?
Santa Teresa de Ávila suplicaba un día al Señor que le indicara cómo podría pagarle todas los favores que le había otorgado, y Él le contestó: «Oyendo una Misa».
Una santa decía a Nuestro Señor: «Quisiera ofrecerte todas las oraciones de los santos, todos los sufrimientos de los mártires, toda la pureza de las vírgenes...» Y Dios le contestó: «No hace falta que me ofrezcas todo eso. Basta una Santa Misa; ella vale más que todo lo que me deseabas ofrecer».
«Todas las buenas obras del mundo reunidas no equivalen al Santo Sacrificio de la Misa, porque son obras de los hombres; mientras que la Misa es obra de Dios. En la Misa, es el mismo Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, quien se ofrece al Padre para remisión de los pecados de todos los hombres y, al mismo tiempo, le rinde un honor infinito.» (San Juan María Vianney, el santo cura de Ars)
Con la Misa se tributa a Dios más honor que el que pueden tributarle todos los ángeles y santos en el Cielo, puesto que el de estos es un honor de criaturas, mas en la Misa se le ofrece su mismo Hijo Jesucristo, que le tributa un honor infinito (san Alfonso María de Ligorio)
Una Misa vale más que irse hasta Jerusalén descalzo o ayunar toda la vida «a pan y agua» o decir todas las oraciones que han dicho los santos o hacer mil sacrificios... Porque una Misa tiene valor infinito, ya que allí se ofrece al mismo Jesucristo, el Hijo de Dios.
Con razón decía san Bernardo: «Más merece el que devotamente oye una Misa en gracia de Dios que si diera todos sus bienes para sustento de los pobres».
El Calvario fue el primer Altar, el Altar verdadero; después, todo altar se convierte en Calvario.
No hay en el mundo lengua con qué poder expresar la grandeza y el valor de la Santa Misa.
Con cada misa aumentas tu grado de gloria en el Cielo; en ella recibes la bendición del sacerdote, que Dios ratifica en el Cielo.
«Al empezar la Misa, póngase bajo la protección de la Santísima Virgen; pídale que le haga comprender la grandeza y el valor inapreciable del Santo Sacrificio de la Misa, y de las gracias innumerables que puede alcanzar para usted misma y para los demás. ¡Ah, si usted pudiese comprender el valor de una sola Misa sobre el Corazón de Dios, y los bie­nes que se podrían conseguir por ese divino sacrificio, si siquiera se molestase en pedir ese conocimiento! Lo que le va a ofrecer al Padre Celestial es la Sangre de Jesucristo: ¡con esta Sangre preciosa puede pagar todas sus deudas, satisfacer su justicia por usted y por sus prójimos, convertir a los pecadores, salvar a las almas, abrir las cárceles del purgatorio a sus parientes, a sus amigos y a tantas pobres almas que gimen lejos de Dios y reclaman el socorro de su caridad! Usted puede glorificar a Dios más por esa sola acción que por las penitencias más austeras y los actos de virtud más heroicos». (María Sofía Claux, alma del purgatorio)
La Santa Misa es el acto más sublime y más santo que se puede celebrar todos los días en la tierra. Nada hay más sublime en el mundo que Jesucristo, y nada más sublime en Jesucristo que su Santo Sacrificio en la Cruz, actualizado en cada Misa, puesto que la Santa Misa es la renovación del Sacrificio de la Cruz.
Misa, Cena y Cruz son un mismo sacrificio.
«Oír una Misa en vida o dar limosna para que se celebre aprovecha más que dejarla para después de la muerte». (San Anselmo)
«Más aprovecha para la remisión de la culpa y de la pena, es decir, para la remisión de los pecados, oír una Misa que todas las oraciones del mundo.» (Eugenio III, Papa)
Con la asistencia a la Misa rindes el mayor homenaje a la Humanidad Santísima de Nuestro Señor Jesucristo.
Durante la Misa te arrodillas en medio de una multitud de ángeles que asisten envidiablemente al Santo Sacrificio con suma reverencia.
A la hora de tu muerte tu mayor consolación serán las Misas que hayas oído durante tu vida. Cada Misa que oíste te acompañará al tribunal divino y abogará para que alcances el perdón.
Con cada Misa puedes disminuir el castigo temporal que debes por tus pecados en proporción con el fervor con que la oigas.
Si la verdad es que Cristo se ofrece al Padre eterno todos los días en la Santa Misa por la salvación de los hombres, ¿vamos a dejarlo solo?
Busquemos la media hora diaria para unirnos a Jesús en la Santa Misa, para adorar al Padre y darle el honor que se merece, para darle gracias por tantos favores recibidos, para aplacar su ira irritada por tantos pecados y darle plena reparación por ellos, para implorar gracia y misericordia para todos los hombres del mundo... En fin, para agrandar nuestro Cielo y hacer más gloriosa la Pasión de Cristo.
Tú, que tanto te gusta hacer el bien, ¿vas a dejar pasar diariamente la ocasión de unirte a la obra más grande que se realiza en la tierra y que es realizada por el mismo Cristo?
«Si supiéramos lo que ganamos con una Misa, jamás dejaríamos de asistir a ella.» (San Juan María Vianney, el santo cura de Ars)

2 comments:

  1. JMJ
    AMDG
    How utterly soul-stirring! No tengo el vocabulario para espresarlo, solo que no puedo esperar asistir a la Misa otra vez, levantando todo mi corazon en gratitud, reparacion y amor al Senor!
    !!!Gracias!!!

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